El jueves pasado tuvimos fiesta internacional en la sauna más grande del campus de la universidad, la Rantasauna (ranta significa "línea de la costa", porque está al lado del mar Báltico). Sabiendo ya de qué va lo de la sauna, estaba más preparado que la primera vez, y aguanté sin mucha dificultad los 90º. Después de unos 10 minutos, fuimos rápidamente a la orilla del mar, y tras muchas dudas y varios "si te metes tú, me meto yo", terminamos tirándonos al agua.
Esa noche hubo varias anécdotas, como la sandalia que se le salió a Carlos en el mar (ver foto), y con la que me gané una cerveza por recuperarla (con un junco) cuando ya nadie era capaz de meterse de nuevo al mar. También es destacable la proeza de José, que al principio decía que no se metía ni de coña, y luego lo hizo cuatro veces.
La sensación de meterse al agua medio congelada es algo dura, pero te despierta totalmente (cómo no). No es tan difícil como parece, ya que tras los 80º/90º de la sauna, el cuerpo prácticamente es inmune al frío durante unos minutos, hasta el punto de que puedes salir a tomar el fresco en bañador y echando vapores a -6º, que era la temperatura que hacía ese día en la calle. Sin duda, es algo que hay que probar.
Tras el baño y después de 5 sesiones de sauna, nos echamos unas cartas con una finlandesa de las muchas que hablan castellano, y a eso de las 11:30 me fui a la cama, que para una vez que la fiesta es al lado de mi casa, quería aprovecharlo.
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Hace 1 año