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viernes, 2 de mayo de 2008

Vappu

El 1º de Mayo es uno de los días más señalados en Finlandia. El origen de esta fiesta en el norte de Europa parece ser mucho más antiguo que el del día del trabajo, y tiene como tema principal la llegada de la primavera y de los días de luz a esta zona. Aun así, la idea original del 1º de Mayo en Finlandia se ha mezclado en gran parte con la celebración del día internacional del trabajo. Además, poco a poco el protagonismo lo han ido ganando los estudiantes, y ahora el llamado Vappu es principalmente una fiesta de universitarios, estudiantes en general, y de gente más crecidita que quiere rememorar sus días "mozos" con su vestimenta típica del instituto o de la universidad. Para los Teekkaris (los estudiantes de ingienierías), esta vestimenta consiste básicamente en un mono de trabajo cuyo color depende de cada facultad, y que puede ser negro, blanco, azul, marrón, ... ¡incluso rosa!; más el gorro Teekkari.

El caso es que los fineses, o al menos los que pueden y no tienen muchos exámentes en mayo, se pegan una semana entera de picnics, actividades frikis al aire libre y sobre todo, mucho, mucho alcohol. Yo sólo salí los dos últimos días de fiesta (el miércoles, y el jueves 1 de mayo). El primero, se suponía que había algo para ver en Esplanadi (una avenida muy ancha cerca del puerto), pero la verdad es que fue un acto bastante aburrido, con lo que lo único que quedaba por hacer era ir a Senaatintori y beber lo que cada uno tuviera, mientras se hablaba con los colegas. Ahí va una vista panorámica de esa tarde, con la plaza del Senado hasta el culo de peña:



















El día siguiente, Vappu por excelencia, la idea era irse de picnic a Kaivopuisto, uno de los parques más grandes de Helsinki. Cada uno se encargaría de llevar una cosa distinta, así que alguno de nosotros nos encargamos de que no faltase la tortilla española en el menú.

El picnic estuvo bastante bien, sin duda mucho mejor que lo del día anterior. Fuimos con una chica finlandesa (Monika) y algunos de sus amigos, entre los que se encontraban otra finesa que hablaba español, y su noviete suizo, que también lo hablaba. Pero el verdadero puntazo fue Thomas, un Finlandés suecoparlante cuya novia(también presente) es mexicana, y con la que estuvo viviendo una temporada en México. El colega hablaba español fluído, con una mezcla de acento sueco y mexicano, que resultaba muy gracioso, sobre todo cuando decía expresiones mexicanas como "¿mande?", "a huevo", "ni modo", etc, etc. He aquí una foto en Kaivopuisto en la que (desafortunadamente) no sale ninguno de los que he nombrado, pero donde sí podéis ver algunas caras familiares:



















En fin, Vappu está bien, pero con una poca más organización por parte de las autoridades (por ejemplo, conciertos al aire libre o alguna actividad que no sea beber en la calle), sería bastante mejor.

Lo que no fue conforme a lo esperable es la actuación de los finlandeses. Con lo borrachos que son, yo pensaba que en Vappu todos irían tan pasados de rosca que no se podría andar por la calle, pero aunque sí vi a algunos en ese estado, para nada tanto como me esperaba. Quizá sean más moderados de lo que nos creemos.

miércoles, 19 de septiembre de 2007

Las borracheras escandinavas

Después de la sauna, mi vecino Raúl y yo nos acercamos a Helsinki, porque se decía que iba a haber fiesta Erasmus por ahí. Después de un kebab, fuimos a la discoteca en cuestión y resultó ser una falsa alarma: nada de fiesta Erasmus, lo que significaba que la cerveza no era a 1€, sino a 4,50€. Nos tomamos una y nos fuimos de allí espantados, ahora ya con cinco españoles más, con los que habíamos quedado previamente.
No había ningún plan, así que nos pusimos a deambular por el centro de Helsinki para ver si salía algo, y vaya si salió, pero para nada lo esperado: una finlandesa de unos 50 años que iba hasta el culísimo de alcohol, se dio cuenta de que hablábamos castellano, y se puso a hablar con nosotros (en español, por supuesto). Resulta que era viuda de un mexicano, y por ello hablaba en un castellano que, de no llevar ese pedal, habría sido muy correcto.
El caso es que la mujer se empeñó en invitarnos a todos a unos golpecicos, y al final tuvimos que aceptar, porque era imposible quitarle la idea de la cabeza, y tampoco íbamos a salir corriendo. En el primer sitio al que fuimos no la dejaron entrar (no sé si porque la vieron borracha o porque ya la conocían), así que entramos al siguiente (por cierto, lleno de más hispanohablantes) y nos sentamos.
La mujer pidió 3 botellas de un buen vino para los siete, de las que dimos buena cuenta mientras ella nos contaba su vida, nos decía lo poco que le gusta el sonido "c" en el español, y me prohibía comerme las uñas.
No sé cómo terminaría la cosa, porque los que vivimos fuera de Helsinki nos fuimos antes que el resto, pero me imagino que la pobre se quedaría dormida en algún sitio antes de llegar a su casa. Ahora ya lo puedo decir con toda seguridad: la fama de borrachos de los finlandeses se la han ganado a pulso.