Hace unas semanas Blasco Travels (también llamado Albert) organizó una escapada de un día para ir a remar con kayaks al achipiélago de Ëkenas, a unos 100 km de Helsinki, que es además un Parque Natural. Nos apuntamos alrededor de 10 personas, la mayoría españoles (y de ellos, todos menos yo catalanes), aunque también estaban Celine (francesa), René (alemán), Michele (italiano) y un ruso del cual se me ha olvidao el nombre.
La idea era montarse cada uno en un kayak, pillarle el tranquillo (no es tan fácil mantenerse en equilibrio al principio), remar unas horitas hasta una isla donde hacer una barbacoa, y luego volver al punto de partida. Todo salió de lujo hasta el mediodía: paisajes impresionantes, caminos recónditos entre las islas, picnic, bañito en el mar, y mucho, mucho sol. Eso sí, después de tres horas de piragua por la mañana, ya se notaba cansancio, aunque nadie estaba demasiado preocupado, porque se suponía que a la vuelta llevaríamos el viento a favor. Aquí tenéis una foto del lugar donde paramos para comer:
Como decía, por la tarde deberíamos haber llevado el viento a favor, de no ser porque después de comer nos perdimos completamente en un laberinto de islas. Las muy cabronas parecían todas iguales, y no se podía ver ninguna forma parecida en el mapa que llevábamos cada uno. Albert y Roger, los que iban en cabeza, son técnicamente los culpables de todo, pero la verdad es que los demás estábamos pasando totalmente de mirar el mapa hasta que fue demasiado tarde. Vamos, que fue culpa de todos.
Tras otras 4 horas más de remo por la tarde, ya casi sin poder mover los brazos, y con la mitad de la expedición con la piel quemada por el sol, empezó a ser evidente que teníamos un problemilla. La pobre Celine no podía más, así que decidimos atar su kayak al de Roger y Albert (a más de uno tampoco nos hubiese venido mal). Por suerte, vimos a un pescador y le pedimos que nos dijese en qué parte del mapa nos encontrábamos. Imaginaos el cosquilleo (también llamado pánico) que se apoderó de nuestros estómagos cuando el colega pasó la página del mapa y nos dijo que estábamos unos 7 u 8 km más al Este de lo que nos pensábamos, y que por tanto el puerto donde deberíamos haber ido nos quedaba a más de 10 km de distancia. Suerte que había otro a "sólo" dos km, donde pedimos al dueño de los kayaks que fuera a encontrarse con nosotros. De lo contrario, y teniendo en cuenta lo hechos polvo que íbamos, yo creo que no habríamos llegado a ningún sitio antes de hacerse de noche (y mira que se hacía de noche tarde en Julio).
Por último, como perdimos el último tren a Helsinki, nos tocó volvernos en taxi. Por suerte no fue mucho más caro que el tren.
Más que Blasco Travels, Blasco Adventures.
Oval Face Male: Best Long Hairstyles That
Hace 1 año